Hoy el testimonio a contracorriente de la familia cristiana es el más eficaz y creíble

Visita de monseñor Vincenzo Paglia a ChileEl Mercurio

Antes de su arribo, el presidente del Pontificio Consejo para la Familia afirmó que cultivar en las parroquias núcleos de familias cristianas ejemplares es una prioridad pastoral para que irradien el Evangelio con la vida.
Maite Armendáriz Azcárate Una nutrida agenda desarrollará en Chile quien hoy encabeza los temas de familia en el Vaticano. Monseñor Vincenzo Paglia estará en nuestro país del 22 al 26 de mayo; participará en el Congreso Redifam, que reúne a los institutos de familia de universidades de inspiración católica de Latinoamérica.

Cuando casi se cumple un año desde que el Papa Benedicto XVI lo eligiera para encabezar el Pontificio Consejo para la Familia, Monseñor Paglia (67 años) reconoce que todo lo que hoy ocurre al interior de los hogares es para la Iglesia una prioridad pastoral.

-¿Qué le propone hoy a la familia el Evangelio del mundo católico?

“Desde el origen del cristianismo, la familia ha sido la principal vía de transmisión de la fe. El clima de amor recíproco favorece mucho la asimilación vital del Evangelio”.

El prelado italiano agrega que tal como lo han comprobado algunas investigaciones sociológicas, si en una familia el padre ha sido cristiano practicante, lo son la mayoría de los hijos cuando llegan a adultos. “En una sociedad secularizada, individualista y consumista como la nuestra, el testimonio a contracorriente de la familia cristiana es el más eficaz y creíble. Esto significa, para la Iglesia, una prioridad pastoral: cultivar en las parroquias núcleos de familias cristianas ejemplares, como pequeñas comunidades que irradian el Evangelio con la vida, según el criterio de pocos para todos”.

-¿El concepto tradicional de familia, como la de Nazaret, representa a los diversos tipos de familia que conviven en nuestra sociedad?

“La Sagrada Familia continúa siendo el modelo de toda familia humana, por el hecho de que en ella el cielo ha tocado la tierra, Dios se ha encontrado con el hombre y viceversa. La familia, según el modelo de la de Nazaret, es el núcleo original imprescindible para una sociedad compleja que sabe que el matrimonio, en su forma civil o sacramental, no es equiparable a otras formas de convivencia que hoy existen en algunas sociedades”.

-¿Cómo se ha adecuado la labor de la pastoral familiar a las familias modernas occidentales?

“La exhortación ‘Familiaris Consortio’ de Juan Pablo II (1981) ha influido mucho en la pastoral familiar en estos últimos tres decenios. Muchas conferencias episcopales han publicado un directorio nacional. Se han creado comisiones diocesanas y parroquiales, se han creado servicios a las familias, centros de orientación y apoyo. Se han desarrollado numerosos movimientos de espiritualidad y apostolado familiar. Muchísimas parejas han asumido labores evangelizadoras. Para simplificar, se puede decir que se está llevando a cabo el paso de una Iglesia autorreferencial a una misionera dentro y fuera”.

-¿De qué manera la Iglesia Católica acompaña a las mujeres y hombres separados de sus familias, que no pueden participar de la comunión?

“Debemos decir ante todo, que ellos forman parte de la Iglesia y por tanto tenemos que abolir prejuicios antiguos. Es verdad que no pueden acceder a la comunión, expresión de comunión espiritual y visible con Cristo y con la Iglesia, pero esto se debe compensar con una mayor cercanía a ellos”.

El arzobispo piensa que la labor que desarrolla la pastoral familiar es necesaria para las parejas unidas y para las heridas y que “tanto en la preparación para el matrimonio, el trabajo con los novios y con la formación posmatrimonial de los cónyuges, en forma comunitaria o individualizada, es importante y casi indispensable la presencia animadora y operativa de las familias cristianas”.

-¿Qué falta le puede hacer a un sacerdote no poder conformar su propia familia? ¿Les va mejor a aquellos que pueden vivir en una comunidad?

“La Iglesia no minusvalora la corporeidad y la sexualidad, sino que las exalta. Matrimonio y virginidad consagrada, o celibato, son dos vocaciones esponsales, es decir, dos vocaciones al amor como don total de sí, para poder acoger y manifestar a Dios-Amor en este mundo. Ambos carismas se relacionan con Cristo esposo y expresan de forma distinta su presencia en la historia”.

Monseñor Paglia concuerda con lo expresado por Benedicto XVI en “Luz del mundo”, en 2010: “Es importante que los sacerdotes no vivan aislados, sino que estén en pequeñas comunidades, se ayuden unos a otros y tengan la experiencia de estar juntos en su servicio a Cristo y en la renuncia por el Reino de los Cielos, y tomen cada vez más conciencia de ello”.

-¿Qué les dice hoy la Iglesia a los matrimonios que desean vivir una paternidad responsable pero que no comparten el llamado a evitar el embarazo solo con métodos naturales?

“Es fundamental una seria y amplia educación del amor, que es mucho más que la simple educación sexual, en todas las fases de la vida, desde la primera adolescencia. Entre las parejas que desean prepararse seriamente para el matrimonio cristiano es necesario difundir el conocimiento y la práctica de los métodos naturales de regulación de la natalidad, para prevenir la opción de la contracepción que, entre otras cosas, aleja de la fe a muchas personas”.

El prelado agrega que “no es difícil intuir que el sexo sin entrega total de sí, sin matrimonio, es una instrumentalización del otro para el propio placer instintivo y, cuando la instrumentalización es recíproca, se tiene la confluencia, más o menos provisional, de dos egoísmos y (la persona) se vuelve insensible al amor oblativo, al desinterés, a la amistad, al gusto por las relaciones de gratuidad, a la misma solidaridad con los pobres. Temas estos que aparecen frecuentemente en las intervenciones del Papa Francisco”.

”La Sagrada Familia continúa siendo el modelo de toda familia humana, por el hecho de que en ella el cielo ha tocado la tierra, Dios se ha encontrado con el hombre y viceversa”.

”Entre las parejas que desean prepararse seriamente para el matrimonio cristiano, es necesario difundir el conocimiento y la práctica de los métodos naturales de regulación de la natalidad”.

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